Sorpresa
Hablar de Juan García Ripollés es hablar de la superación, de la entrega, de creer en algo y no parar hasta conseguirlo. Nació en Castellón en 1932, y durante los años de la postguerra fue pintor de brocha gorda. Pintaba las blancas y encaladas fachadas de las típicas viviendas de cualquier pueblo de cualquier orilla del Mediterráneo.
Fijaos con qué admiración describe Antoni Albalat estos años tan difíciles de Ripollés, y cómo poco a poco consiguió ser lo que siempre había querido ser. No se conformaba con lo que tenía, con lo que era, y aspiraba a estar en el lugar que su talento le tenía guardado:
“Y Juan vió que el mar era ancho y el mundo pequeño; que podía perseguir al sol y alcanzarlo si corría veloz, venciendo al sueño y superando los estrechos montes que cierran esta fértil llanura valenciana. Juan, humilde pero radiante, se abrió al mundo y se fue a París; a beber en las copas donde pusieron sus labios y sus paletas los impresionistas, los expresionistas, las ninfas de Watteau, las cabezas coronadas de Louis David, las putas de Tolouse-Lautrec, los delirios surrealistas y el cubismo fecundo y universal de Pablo Picasso”
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“Juan pasó hambre. Defecaba en los rincones de los portales sobre hojas de periódicos. Comía en los cristales relamidos de la pastelería. Pero perseveró con el estómago vacío y las neuronas elásticas como antenas de insecto”
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“Y cuando hubo bebido de todas aquellas copas, cuando hubo ayunado toda su hambre, cuando pintó todos los monos negros del mundo... Juan alimentó sus brochas”.
El caso es que Ripollés ha acabado siendo un pintor, escultor y grabador consagrado. Ha expuesto en numerosas galerías nacionales e internacionales, así como en ferias en Miami, Estocolmo, Praga, París... Su obra está en numerosos museos, entre los que destaca el MOMA (Museo de Arte Moderno de Nueva York) o el IVAM (Instituto Valenciano de Arte Moderno).
Retomemos nuestra condición de seres libres, autónomos y legítimos, y hagamos nuestro camino sin tener en cuenta lo que deberíamos o lo que se supone que estamos obligados a hacer. Lejos de caminos dirigidos seamos conscientes de que nosotros podemos labrarnos nuestro propio camino.
Y este cuadro se llama “Sorpresa”. Sorpresa por haber descubierto a este pintor hasta ahora para mi desconocido. Sorpresa porque en el sitio más insospechado y en el momento menos esperado encuentras a personas que todavía te sorprenden. ¿Cuántas veces hemos dicho que ya no nos sorprendemos por nada? Menos mal que esto no es así.
Dicen que debo de creer en el destino. Que todo está escrito. Que el azar o el infortunio no tienen tanto peso como yo creía. Puedo pensar que hay cosas que pasan porque tienen que pasar, a eso llamo yo destino. Pero soy de la teoría de Le Bon: “El hombre es el verdadero creador de su destino. Cuando no está convencido de ello, no es nada en la vida”.
- “Abandónate al destino y adáptate a las circunstancias, pues lo que está escrito no se borra porque tú quieras. Si sabes que nada puedes hacer contra tu destino, ¿por qué te produce ansiedad la incertidumbre del mañana? Si no eres tonto, goza del momento presente.”. Omar Khayyam.
- “El destino a veces suele cumplirse en pocos segundos, y aquello que durante años se ha buscado no lo concede un dichoso azar”. Franz Schubert
- “El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos”. William Shakespeare
1 Comments:
Al tiempo, un desagradable escalofrío de horror y una atracción que no permite despegar la mirada. Atención primero a la boca, a la sonrisa; los ojos… (han llorado?); las manos rojas me invitan a mancharmelas, a pringarme, a ser valiente. Es casi transparente, como a veces queremos ser, como a veces quieren que seamos. Un precipicio y al otro lado luz… ¿el abismo?… ¿un salto, quizá? TOMAR DECISIONES, LO MÁS DIFÍCIL. Y una vez tomadas…
Sensaciones contradictorias. Todo es desconcertante como mañana, como nuestro propio yo. Rechazo y deseo, angustia y curiosidad, ante ¿qué seremos capaces de hacer por nosotros mismos? ¿Hasta dónde vamos a tomar las riendas de nuestra vida?
Cuan admirable es quien lucha por lo que cree, por lo que quiere. Cuánta valentía en quien reconoce sus ansias y cuánta libertad en la prisión de perseguirlas.
Muchas sorpresas son fruto del desconocimiento. Una persona no hace algo sorprendente, sino que es asombrosa en sí mismas. La novedad es que por fin la conozco.
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