lunes, septiembre 17, 2007

Lady of Shalott


"Lady of Shalott". John William Waterhouse. S. XIX

"Lady of Shalott" es la primera de tres obras basadas en el poema de Tennyson.

Trata de una dama mágica, encerrada en su castillo de la isla de Shalott, cercana a Camelot, por encantamiento, y obligada a ver el exterior a través de un espejo. Las escenas que ve debe coserlas en un tapiz. El mundo exterior, los granjeros de las casas de los alrededores, saben de su existencia porque la oyen cantar, pero no pueden verla.

Un día, a través del espejo, ve a Sir Lancelot, apuesto mozo donde los hubiera en la época, paseando solo con su caballo, y queda prendada de él. Aunque tiene prohibido mirar a través de la ventana por la maldición, se asoma para verle mejor.

Inmediatamente, se desencadena una terrible tormenta que se lleva el tapiz por los aires. El espejo se rompe en mil pedazos. Asustada, la Dama de Shalott sale del castillo, y en la ribera del río toma una barca, en la que escribe su nombre, y se embarca rumbo a Camelot. Durante el viaje, va entonando su cántico de muerte...

Las gentes de por allí encuentran la barca, y al mirar en el interior descubren el cuerpo, hermoso e inerte, de la joven, comprendiendo al punto quién es. Los rumores corren y llegan a oídos de Sir Lancelot, quien piadosamente ruega a Dios por el alma de la Dama.

De esta trilogía relacionada con el tema artúrico del enamoramiento entre Sir Lancelot y la Dama de Shalott, esta obra nos muestra a la Dama una vez realizado el juramento de matarse, con motivo del desengaño sufrido debido al amor que Sir Lancelot acaba profesando por Ginebra.

En la escena vemos reflejado el momento en que la Dama de Shalott aparece sobre una barca fluyendo en dirección a Camelot. La Dama es una muchacha indefensa vestida con una simple túnica blanca. A su lado se hallan unas cartas en las que explica el motivo de su muerte a los caballeros de la Tabla Redonda, el gran amor que siente por Sir Lancelot. Tan sólo hemos de ver su mirada ausente y sus brazos abandonados en señal de rendición al destino.

Prueba a mirar a los ojos de esta princesita desencantada, escuchando la canción de Lorena McKenitt "The Lady of Shalott":


On either side of the river lie
Long fields of barley and of rye,
That clothe the Wold and meet the sky;
And thro' the field the road run by
To many-towered Camelot;
And up and down the people go,
Gazing where the lilies blow Round an island there below,
The Island of Shalott.

Willows whiten, aspens quiver,
Little breezes dusk and shiver
Thro' the wave that runs for ever
By the island in the river
Flowing down to Camelot.
Four grey walls, and four grey towers,
Overlook a space of flowers,
And the silent isle embowers
The Lady of Shalott.

Only reapers, reaping early,
In among the bearded barley
Hear a song that echoes cheerly
Down to Tower'd Camelot;
And by the moon the reaper weary,
Piling sheaves in uplands airy,
Listening, whispers "Tis the Fairy
The Lady of Shalott".

There she weaves by night and day
A magic web with colours gay.
She has heard a whisper say,
A curse is on her if she stay
To look down to Camelot.
She knows not what the curse may be,
And so she weaveth steadily,
And little other care hath she,
The Lady of Shalott.

And moving through a mirror clear
That hangs before her all the year,
Shadows of the world appear.
There she sees the highway near
Winding down to Camelot;
And sometimes thro' the mirror blue
The Knights come riding two and two.
She hath no loyal knight and true,
The Lady of Shalott.

But in her web she still delights
To weave the mirror's magic sights,
For often thro' the silent nights
A funeral, with plumes and lights
And music, went to Camelot;
Or when the moon was overhead,
Came two young lovers lately wed.
"I am half sick of shadows", said
The Lady of Shalott.

A bow-shot from her bower-eaves,
He rode between the barley sheaves,
The sun came dazzling thro' the leaves,
And flamed upon the brazen greaves
Of bold Sir Lancelot.
A red-cross knight for ever kneel'd
To a lady in his shield,
That sparkled on the yellow field,
Beside remote Shalott.

His broad clear brow in sunlight glow'd;
On burnish'd hooves his war-horse trode;
From underneath his helmet flow'd
His coal-black curls as on he rode,
As he rode down to Camelot.
From the bank and from the river
He flashed into the crystal mirror,
"Tirra lirra" by the river
Sang Sir Lancelot.

She left the web, she left the loom,
She made three paces thro' the room,
She saw the water-lily bloom,
She saw the helmet and the plume,
She look'd down to Camelot.
Out flew the web and floated wide;
The mirror crack'd from side to side;
"The Curse is come upon me", cried
The Lady of Shalott.

And down the river's dim expanse
Like some bold seer in a trance,
Seeing all his own mischance
With a glassy countenance
did she look to Camelot.
And at the closing of the day
She loosed the chain, and down she lay;
The broad stream bore her far away,
The Lady of Shalott.

Heard a carold, mournful, holy,
Chanted loudly, chanted lowly,
Till her blood was frozen slowly,
And her eyes were darkened wholly,
Turn'd to tower'd Camelot.
For ere she reach'd upon the tide
The first house by the water-side,
Singing in her song she died,
The Lady of Shalott.

Under tower and balcony,
By garden-wall and gallery,
A gleaming shape she floated by,
Dead-pale between the houses high,
Silent into Camelot.
Out upon the wharfs they came,
Knight and burger, lord and dame,
And round the prow they read her name,
The Lady of Shalott

Who is this? And what is here?
And in the lighted palace near
Died the sound of royal cheer;
And they crossed themselves for fear,
All the knights at Camelot;
But Lancelot mused a little space
He said, "She has a lovely face;
God in his mercy lend her grace,
The Lady of Shalott".



A ambos lados del río se despliegan anchos campos de cebada y centeno, que decoran la tierra y se reúnen con el cielo; y a través del campo se extiende el camino que va hacia las torres de Camelot; y la gente va y viene, contemplando el lugar donde se balancean los lirios alrededor de la isla de allí abajo, la isla de Shalott.

Los sauces palidecen, tiemblan los álamos, las leves brisas se ensombrecen y tiemblan en las olas que discurren sin cesar por el río que rodea la isla fluyendo hacia Camelot. Cuatro muros grises y cuatro torres grises, dominan un lugar rebosante de flores, y la silenciosa isla aprisiona a la Dama de Shalott.

Por la orilla, cubiertas por los sauces, se deslizan las pesadas barcazas tiradas por lentos caballos; e ignorada navega la chalupa con revoltosa vela de seda rasurando las aguas hacia Camelot: pero, ¿Quién la ha visto agitando su mano? ¿O asomada en el marco de la ventana? ¿Acaso es conocida en todo el reino la Dama de Shalott?

Sólo los segadores, segando temprano entre la espesura de cebada, escuchan un canto que resuena vivamente desde el río transparente que serpea, hacia las torres de Camelot: Y a la luz de la luna, el cansado segador, apilando los fajos en aireadas mesetas, al escucharla, murmura: "Es el hada Dama de Shalott".

Allí, noche y día, teje un mágico lienzo de alegres colores. Ha oído un susurro advirtiéndole que una maldición caerá sobre ella si mira hacia Camelot. Desconoce el tipo de que maldición es, y debido a ello teje sin parar, sin preocuparse de nada más, la Dama de Shalott.

Y moviéndose a través de un cristalino espejo colgado todo el año ante ella, aparecen las tinieblas del mundo. Ve la cercana calzada discurriendo hacia Camelot: ve los arremolinados torbellinos del río, los rudos patanes pueblerinos, y las capas rojas de las muchachas, provenientes de Shalott.

A veces, un grupo de alegres damiselas, un abad deambulando, a veces, un pastorcillo con bucles en el pelo, o un paje con melena y vestido carmesí, van hacia las torres de Camelot; Y a veces, a través del azul espejo los caballeros vienen cabalgando en pares: No tiene un caballero leal y franco, la Dama de Shalott.

Pero aún gozando en tejer en su lienzo las visiones del mágico espejo, -cuando a menudo en las noches silenciosas un funeral, con velas, penachos y música, se dirigía hacia Camelot; o cuando la luna estaba en lo alto, y llegaban dos amantes recién casados- "Cansada estoy de las sombras", dijo la Dama de Shalott.

A tiro de arco de su alero, cabalgaba entre los fajos de cebada, el sol resplandecía por entre las hojas, y llameó en las glebas de bronce del intrépido Lanzarote. Un cruzado de rodillas para siempre ante una dama en su escudo, que resplandecía entre los dorados campos, cercanos a la remota Shalott.

Las engarzadas bridas brillaban libres, como las ramificaciones estelares que vemos suspendidas en la áurea Galaxia. Alegres resonaban los cascabeles mientras él cabalgaba hacia Camelot: y de su ostentoso tahalí colgaba un poderoso clarín de plata, y al galope su armadura repicaba, cerca de la remota Shalott.

Bajo el azul del despejado día brillaba la lujosa montura de cuero, el yelmo junto con su pluma ardían juntos en una única llama, mientras él cabalgaba hacia Camelot. Como suele suceder en la purpúrea noche, bajo radiantes constelaciones, algunos meteoros, trayendo una estela de luz gravitan sobre la apacible Shalott.

Su frente clara y amplia resplandecía al sol; con cascos bruñidos pisaba su caballo; bajo el yelmo flotaban sus rizos negros como el carbón mientras cabalgaba, mientras cabalgaba hacia Camelot. Desde la orilla y el río brilló en el cristalino espejo, "Tirra lirra", por el río cantaba Sir Lancelot.

Ella dejó el lienzo, dejó el telar, dio tres pasos por la habitación, vio florecer el lirio en el agua, vio la pluma y el yelmo, y miró hacia Camelot. La tela salió volando y ondeó en el vacío; El espejo se quebró de lado a lado; "la maldición cae sobre mí", gritó la Dama de Shalott.

Tensos, bajo el tormentoso viento del este, los dorados bosques empalidecían, la corriente gemía en la ribera, el cielo encapotado llovía fuertemente sobre las torres de Camelot; Ella descendió y halló una barca flotando junto al tronco de un sauce, y alrededor de la proa escribió "La Dama de Shalott".

Y en la oscura extensión río abajo -como un audaz vidente en trance, contemplando su infortunio- con turbado semblante miró hacia Camelot. Y al final del día la amarra soltó, dejándose llevar; la corriente lejos arrastró a la Dama de Shalott.

Yaciendo, vestida con níveas telas ondeando sueltas a los lados -cayendo sobre ella las ligeras hojas- a través de los susurros nocturnos navegó río abajo hacia Camelot: Y yendo su proa a la deriva entre campos y colinas de sauces, oyeron cantar su última canción, a la Dama de Shalott.

Escucharon una tuna, lastimera, implorante, tanto en voz alta voz como en voz baja, hasta que su sangre se fue helando lentamente, y sus ojos se oscurecieron por completo, vueltos hacia las torres de Camelot; Y es que antes de que fuera llevada por la corriente hacia la primera casa junto a la orilla, murió cantando su canción, la Dama de Shalott.

Bajo torres y balcones, por muros de jardín y tribunas, con brillante esbeltez pasó flotando, entre las casas, pálida como la muerte y silenciosa por Camelot. A los muelles acudieron, caballeros y burgueses, damas y lores, y en torno a la proa su nombre leyeron, La Dama de Shalott.

¿Quién es? ¿Y qué hace aquí? Y junto al iluminado palacio, cesaron los sones de vitoreo real; y temerosos se persignaron todos los caballeros de Camelot: Pero Lancelot se quedó pensativo; dijo, "Tiene un rostro hermoso; Dios, en su bondad, la llenó de gracia, a la Dama de Shalott".

Y el caso es que la princesita no se sentía triste, solo decepcionada. Dice el diccionario que se trata "de un pesar causado por un desengaño", puede ser que fuera la palabra más adecuada.

En cualquier caso no creo que la decepción siempre sea algo negativo: puede ser que nos haga pensar en nuestra propia existencia, en quitarnos la venda de los ojos y ver la claridad de la vida. La luz que nos guía, la chispa que nos mueve y en momentos puntuales nos conmueve.

Saber lo que es pensar en otra persona, sentir a esa persona, decir las palabras sin miedo... Mucho mejor que te decepcionen que decepcionarse a uno mismo.

"El cambio da miedo, pero impide morir por dentro".



4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Me ha gustado el cuadro....sobre todo porque siempre me ha interesado las historias de Camelot,del rey Arturo y la historia de amor de Ginebra y Sir Lancelot....pero nunca habia escuchado la historia de esta princesa....desencantada por ofrecer mas de lo que le daban....de dejarse engañar sabiendo que la engañaban y aun asi persiguiendo su sueño no correspondido. Supongo que lo triste es que en casi todas las historias de amor hay una tercera persona....y esta claro que una de ellas no recibe lo que espera. Lo malo de ser decepcionada es no volver a confiar, y morir intentando conseguir algo imposible...realmente espero que no existan personas como Lady of Shalott,personas que sean capaces de morir por una ilusión no conseguida, sin conocer todos los sueños que le quedan por realizar y que seguramente no le decepcionarán.

19 septiembre, 2007  
Anonymous Anónimo said...

Joper!Encerrados en nuestra burbuja de cristal? Todos somos "lady of shalott"sin ver mas que nuestro yo......Que bien se rompe la burbuja..y el aire fresco no nos impide emborracharnos de vida(que palabra)para algunas personas es comer,dormir,trabajar y poco mas.Para mi es cada segundo/cada rayo de sol/cada gota de lluvia,no quiero perderme nada de lo que pasa a mi lado.QUE FRAGIL/QUE FUERTE. Son los ojos con los que miras,yo veo a una dama altiva,segura de si misma,tiene lo que quiere "libertad" ya nadie le impide,TRIUNFAR/FRACASAR. MIEDO?es lo unico que nos paraliza,que nada nos inmovilice,pero...........porque tengo miedo? PEKE

19 septiembre, 2007  
Blogger vehemente said...

“¿Qué miras? ¿Acaso puedo hacer otra cosa?” Insinúan sus ojos enmarcados en un leve fruncir de ceño, borrando así la incertidumbre de su rostro. Más segura que nunca, sabe como ha llegado hasta ahí y conoce el camino que ahora ha de recorrer, porque su voluntad ya no le pertenece; se la cedió al amor.

(…)

Se enamoró, como tantos tontos y tontas, del amor. Sin más compañía que la resignación, rodeados de hermosura para la que no tenemos ojos… nos aguarda una muerte segura (pues siempre algo en nosotros muere cuando no somos correspondidos, cuando tanto amor se pierde).

Todos elegimos, sufrimos las consecuencias y crecemos, nos hacemos grandes… o pequeñitos. Y por eso a veces te enamoras, y prefieres disfrutar el amor incipiente, sin dar opción al desengaño. Pero, ¿qué haremos nosotros, miraremos aun conociendo la maldición o seguiremos tejiendo?

Decepción… ¿no es que depositaste demasiadas expectativas? Te engañas, cuando crees querer a quien no quieres, cuando te empeñas que sea lo que no es… y te decepcionas a ti mismo. Seamos sinceros con nuestro yo y lo podremos ser con los demás. No esperar nada, solo tomar aquello que quieran darte y sentirte dichoso y afortunado de recibirlo. Y cuando das… dar, darte… sin pensar.

19 septiembre, 2007  
Anonymous Anónimo said...

Qué envidia me da la princesita... por su valor... Ella sabía el final, y aún asi, quiso sonseguir su sueño, un sueño de amor. Otros, aun sin saber si lo que nos depara la vida será mejor o también peor, no nos arriesgamos a comprobarlo y vivimos tristes y vamos tirando, anhelando aquello que tenemos solo a un paso. Pero que difícil es darlo y aun así, siempre nos preguntamos ¿Cuántas cosas perdemos por miedo a perder? Mi admiración plena para esta princesa, soñadora y valiente

25 septiembre, 2007  

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